sábado, 29 de septiembre de 2007

TIEMPO DE CAMBIOS

Son increíbles los cambios que se están produciendo en mí y en mis compañeros. Cada día descubrimos nuevas habilidades, y aquellas que alguna vez tuvimos y creíamos ya perdidas, vuelven a florecer con más vigor y eficacia que antes. La serpiente sagrada trepa por mi columna vertebral y va activando a su paso mis centros de poder y lo mismo le sucede a los otros guerreros.

El agónico mundo que nos rodea es un caos de violencia y terror, mientras nosotros permanecemos en paz, construyendo el mundo que viene. El poder del amor es inmenso cuando logramos unirnos, estalla como un sol y se expande en una espiral de luz hasta abrazar todo el planeta.
Es hermoso ver como se activa la rejilla cristalina que envuelve a nuestro mundo y se abren portales por donde la energía del Sol central penetra en la Tierra disipando la oscuridad en la que hemos vivido miles de años.

Ha llegado el momento. ¡Por fin ha llegado el momento de entrar en acción!
El aura de luz que nos rodea -y que somos nosotros mismos- es un formidable escudo que no puede ser penetrado por la oscuridad. Nuestras armas son el amor y la luz y así, sin violencia, sin entrar en el juego que desesperadamente quieren hacernos jugar, vamos logrando nuestros objetivos usando el recurso más poderoso:

Señor, haz de mí un instrumento de tu paz!
Que allí donde haya odio, ponga yo amor;
donde haya ofensa, ponga yo perdón;
donde haya discordia, ponga yo unión;
donde haya error, ponga yo verdad;
donde haya duda, ponga yo fe;
donde haya desesperación, ponga yo esperanza;
donde haya tinieblas, ponga yo luz;
donde haya tristeza, ponga yo alegría.
¡Oh, Maestro! que no busque yo tanto
ser consolado como consolar;
ser comprendido, como comprender;
ser amado, como amar.
Porque dando es como se recibe;
olvidando, como se encuentra;
perdonando, como se es perdonado;
muriendo, como se resucita a la vida eterna.
Alejandro
(por supuesto, la oración es de San Francisco)