sábado, 10 de mayo de 2008

¡Oh, puro amor y fuente de la vida!
¿Donde dejé yo
escapar el lazo que sellaba nuestra unión?

¿En qué turbios parajes,
en qué valles oscuros
o gélidos peñascos
dejé que el corazón se perdiera
y me aparté de vos?

Tan larga noche dormí
y tan ciego me torné
que, para de nuevo ver la aurora,
también me disteis a Vos ¡oh, Señor!,
además de vuestros mensajeros.

No vi Vuestro rostro, pues no lo tenéis,
pero me enseñasteis a encontrarlo
en las criaturas.
No escuché Vuestra voz,
pues silencioso es Vuestro llamado,
mas en cada gesto de amor
me hicisteis oír
los sonidos de Vuestro reino.

Mientras Os busqué por todos los rincones
no Os pude encontrar,
mas, al llegar a mi morada,
allí estabais esperándome.

TRIGUEIRINHO