lunes, 7 de julio de 2008

BAJO LAS SÁBANAS

El humo nicotinizado que en finos aros se elevaban por el tugurio, envolvían la antigua melancolía y le daba un halo de misticismo a este teatro alcohólico de risas fingidas y nostalgias ajenas. Era una noche como cualquier otra, los rostros alcoholizados reían a carcajadas mientras sus ojos reflejaban los sueños rotos y la confusión de las almas devoradas por el pasado.

La voz de la conciencia era opacada por la estridente rockola, mientras las luces de rojo neón ocultaban las lágrimas que por el rostro dejaban un camino triste de agua salina.

Estaba ahí, como cada noche, buscándole razones a este sinsentido de vivir muriendo, de morir en vida, cantándole al pasado, soñando con el hombre que nunca fui por haber sido el hombre que nunca soñé ser, buscando respuestas en el fondo de una copa, envenenado de memorias, harto de mi mismo.

Ella estaba tan cerca de mi, tan solo debía cruzar el umbral que separaba el bar del mundo real. Conocía los pasos que me llevarían hasta ella, había recorrido el camino tantas veces que podía hacerlo ebrio, ciego y desorientado con la misma precisión con la que se toca una partitura. Pero no podía hacerlo, aunque el aroma de su cuerpo durante el sexo aun seguía impregnado en mi ropa, en mis sabanas y en cada respiro sentía tu esencia recorriéndome, envenenándome y dándome vida.

Que fácil sería llegar con ella, envolverla entre mis brazos y beberme la dulce miel de su calido sexo, lamer sus entrepiernas y sentir entre mis labios aquel néctar de vida. Volver a ser niño, y sonreír mientras retozamos como enfermos poseídos en nuestro mundo bajo las sabanas, aquel mundo majestuoso donde somos mil personas y la vez una, donde somos dioses y demonios, donde duelen los respiros y eras milenarias se consumen en lo que dura un orgasmo.

¡Pero no puedo amor mío! en este momento estas con otro, riendo en aquel mundo que era nuestro, enferma de aquella felicidad mediocre, esa felicidad con la que se mira un atardecer o se fuma un cigarrillo, prefieres ese tipo de alegría media…Acaso porque no resistes el éxtasis de esta pasión enferma que obtenías conmigo, prefieres aquellas risitas pobres a esta amor que te arrancaba del mundo y ahogaba tu espíritu en carcajadas y llanto. ¡Se feliz ángel mío! Con esa alma cansada y vieja, vive como una diosa terrenal y no como aquella puta divina de la que me enamore.

Yo estaré bien amor, alimentare este cáncer de olvido con otra copa mas, seguiré muriendo en vida, consumido por esta pasión que encendimos juntos y que sigue toda conmigo…devorando mi humanidad, mientras que mi amiga la nostalgia me prende otro cigarro y yo en este bar de olvido invocare una sonrisa por el futuro incierto y por el destino que me llevo y me arranco de tu cama mil y un veces
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GALINDO (colaboración)