sábado, 3 de agosto de 2013

NO TE RIAS DE UN COYA


NO TE RIAS DE UN COYA  No te rías de un coya que bajó del cerro,  que dejó sus cabras, sus ovejas tiernas, sus habales yertos;  no te rías de un coya, si lo ves callado,  si lo ves zopenco, si lo ves dormido.   No te rías de un coya, si al cruzar la calle  lo ves correteando igual que una llama, igual que un guanaco,  asustao el runa como asno bien chúcaro,  poncho con sombrero, debajo del brazo.   No sobres al coya, si un día de sol  lo ves abrigado con ropa de lana, transpirando entero;  ten presente, amigo, que él vino del cerro, donde hay mucho frío,  donde el viento helado rajeteó sus manos y partió su callo.   No te rías de un coya, si lo ves comiendo    su mote cocido, su carne de avío,  allá, en una plaza, sobre una vereda, o cerca del río;  menos si lo ves coquiando por su Pachamama.   Él bajó del cerro a vender sus cueros,  a vender su lana, a comprar azúcar, a llevar su harina;  y es tan precavido, que trajo su plata,  y hasta su comida, y no te pide nada.   No te rías de un coya que está en la frontera  pa'l lao de La Quiaca o allá en las alturas del Abra del Zenta;  ten presente, amigo, que él será el primero en parar las patas  cuando alguien se atreva a violar la Patria.   No te burles de un coya, que si vas pa'l cerro,  te abrirá las puertas de su triste casa,  tomarás su chicha, te dará su poncho, y junto a sus guaguas,  comerás un tulpo y a cambio de nada.   No te rías de un coya que busca el silencio,  que en medio de lajas cultiva sus habas  y allá, en las alturas, en donde no hay   nada,  ¡así sobrevive con su Pachamama!   Fortunato Ramos .  (Fortunato Ramos nació el 16 de octubre de 1947 en Coraya, Departamento de Humahuaca, Provincia de Jujuy. Maestro Normal Nacional Regional, escritor)
 
 
 No te rías de un coya que bajó del cerro,
 que dejó sus cabras, sus ovejas tiernas, sus habales yertos;
 no te rías de un coya, si lo ves callado,
 si lo ves zopenco, si lo ves dormido.
 
 
 No te rías de un coya, si al cruzar la calle
 lo ves correteando igual que una llama, igual que un guanaco,
 asustao el runa como asno bien chúcaro,
 poncho con sombrero, debajo del brazo.
 
 
 No sobres al coya, si un día de sol
 lo ves abrigado con ropa de lana, transpirando entero;
 ten presente, amigo, que él vino del cerro, donde hay mucho frío,
 donde el viento helado rajeteó sus manos y partió su callo.
 
  No te rías de un coya, si lo ves comiendo
 su mote cocido, su carne de avío,
 allá, en una plaza, sobre una vereda, o cerca del río;
 menos si lo ves coquiando por su Pachamama.
 
 
 Él bajó del cerro a vender sus cueros,
 a vender su lana, a comprar azúcar, a llevar su harina;
 y es tan precavido, que trajo su plata,
 y hasta su comida, y no te pide nada.
 
  No te rías de un coya que está en la frontera
 pa'l lao de La Quiaca o allá en las alturas del Abra del Zenta;
 ten presente, amigo, que él será el primero en parar las patas
 cuando alguien se atreva a violar la Patria.
 
  No te burles de un coya, que si vas pa'l cerro,
 te abrirá las puertas de su triste casa,
 tomarás su chicha, te dará su poncho, y junto a sus guaguas,
 comerás un tulpo y a cambio de nada.
 
  No te rías de un coya que busca el silencio,
 que en medio de lajas cultiva sus habas
 y allá, en las alturas, en donde no hay nada,
 ¡así sobrevive con su Pachamama!
 
 
 Fortunato Ramos .
 (Fortunato Ramos nació el 16 de octubre de 1947 en Coraya, Departamento de Humahuaca, Provincia de Jujuy. Maestro Normal Nacional Regional, escritor)