domingo, 16 de diciembre de 2007

MEDIODÍA DE DOMINGO


Los más deliciosos perfumes llegaban a nosotros y un suave calor abrigaba nuestro domingo, trayendo un clima de intimidad y placer. Era como cuando uno se encuentra en brazos de su amante y la vida se desliza amablemente sin que nadie piense en ella pero sabiendo que se encuentra allí, sosteniéndonos.

Daban ganas de acurrucarse y dejarse estar en los sentidos, solo percibiendo la maravilla de esos perfumes cálidos y picantes, frutos de la alquimia de esas finas y sabias manos que transformaban la burda materia en maravillosos materiales sólo para que yo los disfrute.

-Ya está la comida- dijo Norah
-Huele delicioso- dije yo.
Alejandro