jueves, 31 de enero de 2008

EL ORDEN CÓSMICO... EL ORDEN HUMANO

"Asombrarnos... primer paso de la mente hacia el descubrimiento..."
Luis Pasteur


Nos asombramos todos cuando, un buen día, ya casi en vacaciones y de forma ocasional –como una noticia mediática vulgar-, se anunció el cambio de horario. Sin poderlo incorporar en nuestro psiquismo y en medio de un caos de desinformación organizada, un día llegó en que debimos adelantar una hora. Así, nos enteramos de la buena nueva...por decir algo, y pasamos sin más, alegremente, a retrasar los relojes. No protestamos, no nos planteamos de qué forma se iba a desarrollar nuestra vida de aquí en más, con los sofocantes calores del verano. Como buenos argentinos que somos: un pueblo sumiso con apariencia de varón de tango.

Nuestro pueblo sufrido -y bastamente educado en improvisaciones incongruentes- acató mansamente la orden y prolijamente tuvimos que informarnos cómo era el tema, ya que fue de tal magnitud la desorganización que ni siquiera los noticiosos lograban sacarnos con claridad de la confusión. No había, evidentemente, más que una sola meta para que se nos sometiera a tamaño desatino sin planificación alguna: ¡había que ahorrar energía!

No se tomó en cuenta el reloj biológico, los hábitos de la población, las consecuencias en el orden del trabajo personal ni lo imprudente que podría resultar semejante medida para el psiquismo infantil. Nada de eso pasó por la mente de los responsables del evento. Ni siquiera el que los calores masivos del recalentamiento global iban a propiciar un fuerte aumento en el uso de aparatos de aire acondicionado.

Yo me pregunto: ¿Qué sucede con los niños que -como todo pedagogo sabe- desde que nacen y hasta los cinco años, incorporan información a velocidades supersónicas? ¿Qué le dicen sus padres cuando a las 10 de la noche los inducen
a hacer su descanso nocturno y el niño contesta: "pero si todavía es de día, porqué me quieres hacer dormir mami"? ¿Cómo se arregla luego el reloj biológico de este niño?

Nonos olvidemos que hace varios años que llevamos una hora de adelanto en nuestros relojes -en nuestra vida-, por lo que en la actualidad son dos las horas adelantadas respecto a lo que nos corresponde geográficamente.

Norah

ROMANCE DE LA NIÑA Y LA LUNA

La madre duerme a la niña
con el columpio y el canto,
mientras que por la ventana
la luna la está alumbrando.

-Señora, aparte a la niña,
que le está dando la luna.
¡Ay!, que no está bautizada
y la luna se la embruja-
le dice una campesina.
Mas la madre no se asusta
y se sonríe meciendo
a la pequeña en la cuna.
-Yo no creo en esas cosas,
porque son cosas de bruja.

La campesina responde
con la voz próxima al llanto:
-¡Ay señora, usted no entiende
estos misterios del campo!
La luna es como las brujas
cuando es vieja y va menguando,
y al niño recién nacido
si consigue iluminarlo
le sorbe el alma del cuerpo
para llevársela al diablo.
¡Señora, apártela pronto,
que se la sorbe de un trago!
¡Se la toma, si yo veo
cómo se la va tomando!

La madre empieza a asustarse,
y tomando en serio el caso,
cierra, presto, la ventana,
dejando a oscuras el cuarto;
mas la pobre campesina
le dice muy suspirando:
-Ya se la dejó tomar.
¡Ay!, ¿por qué no me hizo caso?
Ahora habrá que vencerla
para librarla del diablo.
Y la incrédula señora,
que del todo se ha asustado,
da un grito y le dice: ¡Sálvela...
ay, el susto que me ha dado!

Entonces la campesina
levanta a la niña en brazos
y entreabriendo la ventana
deja que se enlune el cuarto.
Después presenta a la luna,
tres veces, la niña en brazos,
tres veces y haciendo cruz,
diciendo un rezo entretanto.
Luego exclama satisfecha,
pecho y voz emocionados:
-¡Qué suerte, señor, qué suerte
que no se hubo despertado!
Posa a la niña en la cuna
y queda como jadeando.

La madre mira a la niña
con los ojos lagrimados,
y ve a través de las lágrimas
que un ángel la está guardando
Fernán Silva Valdés