El hombre estaba cansado, de manera que se durmió debajo de un árbol dador de deseos. Cuando despertó sintió hambre y dijo: "¡Tengo tanta hambre! Ojalá tuviera algo para comer". Inmediatamente apareció la comida, de la nada, simplemente flotando en el aire, y era una comida deliciosa. El viajero estaba tenía tanta hambre que no prestó atención de dónde había llegado la comida. ¡Cuando tienes hambre no estás para filosofías! Simplemente comenzó a comer y la comida estaba deliciosa.
Cuando su hambre estuvo saciada miró a su alrededor. Ahora se sentía satisfecho, y otro pensamiento surgió en él: "¡Si tan sólo pudiera tomar algo!" Y como aún no había prohibiciones en el paraíso, apareció inmediatamente un vino estupendo.
Mientras bebía tranquilamente el vino y sentía la fresca y suave brisa que soplaba a la sombra del árbol, comenzó a preguntarse: "¿Qué está pasando? Hay fantasmas que están jugándome una broma"
Y aparecieron fantasmas feroces, horribles, nauseabundos. Comenzó a temblar y pensó: "¡Seguro que me matan!"
Y los fantasmas lo mataron.
Este relato, que nos llega desde la India, es una parábola de gran significación. Tu mente es un árbol dador de deseos: Lo que piensas, tarde o temprano, se verá cumplido. ¡Piensa el bien para recibir el bien!
Alejandro