viernes, 21 de febrero de 2014

Breve relato inspirador



¡Bienaventurado aquel que actúa con amor sin preocuparse de lo que va a obtener con su acción! El libro sagrado hindú “La Bhagavadghita” dice: 
“Piensa en la obra y no en su fruto”. Mientras persigues iluminarte, con el secreto deseo de ser admirado, vives  en la oscuridad. Sólo se logra la Verdad interior, 
mediante el total desprendimiento". 
Esta fábula puede ser útil:
Un rey quiso aprender el arte de tiro con arco. Sus ministros convocaron a todos los campeones: los que lanzaban más flechas por minuto, los que llegaban más lejos, los que daban en el blanco con los ojos cerrados, los que cazaban pájaros en pleno vuelo, etc… Todos se jactaban de ser infalibles y ninguno erró una flecha. El rey consideró Maestros a esos guerreros que adornaban el real jardín con sus armas multicolores. Pero de pronto una brisa comenzó a corretear entre las hojas para hacerse cada vez más insidiosa. Volaron paños recamados, abanicos de marfil, trenzas empapadas en esencia de sándalo. ¡La juguetona serpiente se hizo ventarrón! Los arqueros cesaron sus ejercicios en espera de un tiempo más propicio. El rey se sintió decepcionado: él quería un Maestro que no fallara nunca, aun en medio de un ciclón. ¡Le dijeron que eso era imposible! El monarca suspendió la fiesta y cayó en un estado melancólico del que sólo pudieron sacarlo con la presentación de un séquito que lo acompañaría por el reino para ayudarlo a encontrar a tal hombre… Recorrieron las provincias sin obtener resultados, hasta que un día un campesino les dijo que conocía un arquero que no fallaba ni en medio de un huracán. Reverente, llevó al rey a una aldea donde éste encontró a un luminoso anciano que manejaba un arco que un gigante no podría tensar. El arma brillaba, pulida por sus amorosas y arrugadas manos. Las flechas parecían joyas. El rey le pidió su secreto y el arquero se lo dio: “¡Aún en medio de vientos furiosos, siempre doy en el blanco porque no tengo blanco! Me preocupo sólo de la flecha, la que lanzo con toda la dedicación y belleza que mi alma pueda obtener. El tiro es perfecto y, como no tengo finalidad, hacia donde quiera que lance la flecha y donde quiera que ella caiga, siempre da en el blanco”.
El rey se arrodilló ante él y se hizo su discípulo.
Alejandro Jodorowsky.

jueves, 20 de febrero de 2014

Hagamos de nuestra vida cotidiana una vida mágica





El estado de ánimo en el que se lleva a cabo un trabajo cotidiano, 
una tarea de lo más simple, puede tomar un carácter trascendente, 
mientras que una oración que no apunta más que a la obtención de un favor 
en este mundo puede estar totalmente desprovista de él.

Lo cotidiano, como ejercicio, quiere decir que tu manera de estar aquí puede ser 
una actitud que mantiene el hilo de oro que te une a tu profundidad. 
Puede tratarse de lavar un plato, limpiar la casa o cualquier otra cosa. 
Puedes regar una flor sin que tu mente esté totalmente en ello, 
simplemente porque la flor tiene necesidad de agua. 
Pero puedes convertirlo en un gesto de amor; eso es algo totalmente distinto.
 Puedes limpiar la casa de manera superficial, pensando en otra cosa. 
Pero igualmente puedes hacerlo de tal manera que eso desarrolle
 tu vida interior. 
Eso es un trabajo sobre sí mismo.

Cuando se pasa del ejercicio particular a lo cotidiano como ejercicio, 
creo que la actitud básica es la de entrar al servicio de algo más profundo…

Todo aquello que nos rodea nos responde en función de lo que somos…
Te encuentras en una habitación vacía. Si se transforma en establo o en templo, 
la causa de ello es tu forma de estar ahí. Por consiguiente, nuestra responsabilidad 
frente a lo que nos rodea es muy grande. 
Creamos incesantemente la realidad que nos recrea.
Lo que tenemos que aprender durante el día, es a permanecer.


Karlfried Graf Dürckheim.