lunes, 3 de junio de 2013

Ejercicio Energético pleyadiano



Abre tu imaginación y viaja con nosotros. Respira unas cuan­tas veces profundamente y relájate. Imagina que formas par­te de un círculo de gente. Estáis todos asidos de las manos. De lo alto descienden luces blancas, doradas y de un fucsia brillante, formando una columna de luz. 
Visualiza ahora la Biblioteca Viviente, llena de incomparable vitalidad. Todo esta irradiando luz y nunca antes habías visto a la Tierra tan viva. 
Mantén esta imagen, sigue dentro del círculo, asi­do de las manos y, al mismo tiempo, permite que una parte tuya se salga de ti. Da, como individuo, un paso adelante hacia el centro de la columna de luz. Fúndete con la colum­na de luz y sigue nuestras instrucciones para que podamos llevarte a otro hogar, a las Pléyades. Deja que tu imagina­ción y tu confianza te eleven. Siente la levedad, la alegría, el anhelo y la profunda sensación de estar conectado.
Ahora, imagínate que estás en lo que para ti puedan ser las Pléyades. Observa, siente y reconoce. Haz un regalo, algo que suponga una deferencia, a la fuente que te creó. Lo más grande que puedas regalar es tu compasión y ésta supone tu habilidad de comprensión porque las cosas son como son. Esta compasión abre tu habilidad de ver y sentir el resultado de eones de tiempo. Pasillos se abrirán para ti, quitando el cerrojo a la mismísima verdad que pulsa dentro de cada célula de tu Ser. Regala lo que puedas y lo que quieras a este lugar que es tu hogar. Pide que se realice el cambio y que se cumpla una profecía. Reclama que las propias creaciones retomen a su creador para que él también sea liberado.
Centra tu atención en tu respiración, respira pausadamente y envía una vibración gozosa de superación, de liberación y de comprensión a este lugar que es tu hogar y el nuestro. Siente durante unos instantes lo que se te devuelve.

Imagínate ahora dentro de la palma de una mano de gran tamaño. Formas parte de un círculo de gente. Una enorme mano de las Pléyades te devuelve suavemente a la Tierra, a tu propio jardín y lo hace como si fueras la criatura más delicada y valiosa. 
Obsérvate cómo corres alegremente, cómo juegas como si fueras un niño. Tu vitalidad y la de la Tierra son más grandes que antes de empezar. Pon una sonrisa en tus labios y permite que las emociones y lágrimas de reconocimiento hagan su trabajo —que abran tu corazón a todos los reinos de todos los mundos— Lo que has conseguido en este momento de compasión lleva el sello del logro.

Tomado de: "Tierra -Las Claves Pleyadianas de la Biblioteca Viviente"

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