Lo confieso: desde lo más profundo de
mí, me siento arrastrado hacia la teoría de la conspiración. Es más, tal vez
puedan llegar a etiquetarme de “conspiranoico”, lo que me tiene absolutamente
sin cuidado.
Dicho esto, paso a relatar lo que me
tiene algo preocupado desde hace un tiempo y a lo que considero debemos prestar
una especial y delicadísima atención, ya que en ello se puede ir por la borda
el tremendo esfuerzo que hemos realizado los pueblos de América latina para
librarnos de la bárbara explotación a la que fuimos sometidos desde nuestro
nacimiento como naciones.
En Argentina se están dando algunas situaciones
de extrema violencia, gracias a Dios todavía muy focalizadas, que tienden a
crear un clima muy oscuro de miedo, impotencia y malestar. Y me estoy
refiriendo a los linchamientos e intentos de linchamiento de delincuentes
comunes de poca monta.
Pero nuestro pueblo no es así. Pueden
llegar a darse casos espontáneos ante crímenes atroces –violación de una
criatura, asesinato innecesario de ancianos, etc-, pero nunca por algo tan poco
impactante como el que un tipo robe un reloj sin hacer uso de violencia. Eso no
me lo creo. Algo está pasando y es tiempo de que reaccionemos antes de que se
instale.
Si miramos un poco lo que pasa en el
mundo, vemos que está bien probado que las muertes en la plaza de Ucrania no
las cometieron las fuerzas de seguridad, sino francotiradores al servicio de
las fuerzas que derrocaron, con esa excusa, a las autoridades legítimas. Las
muertes en Venezuela son cometidas por mercenarios bien pagados para crear un
clima social que facilite un golpe de estado o la invasión por tropas
extranjeras… y podríamos seguir.
¿Seguro que los protagonistas de los
linchamientos en Argentina son “grupos de vecinos”? El tipo que se bajó de un auto
con un machete, ¿era un vecino alterado? Cuando hay una manifestación pacífica
y hay fuerzas oscuras que quieren crear zozobra o justificar una represión,
siempre hay infiltrados que ponen la cuota de violencia necesaria. ¿Es que hay
grupos pagados para provocar –en un alarde de espantosa imaginación- el caos
social en nuestro país así como lo hacen en otros lugares?
Pensemos un poco sin dejarnos
arrastrar por la locura de los medios de comunicación y evitemos entrar en
pánico. Sólo así, desde un análisis personal de lo que ocurre y mirando con
atención y calma, podremos encontrar una solución.
Alejandro
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